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lunes, 21 de mayo de 2012

Un pequeño viaje a Burdeos (parte II de II)


Luego de que N y L me recogieran de la estación de trenes de Burdeos, nos dirigimos a tomar el tranvía, y debo decir que es el tram más bonito que ví en Europa. Compré un pase que valía por 10 tickets para toda mi estancia, como a 10 euros, lo cual es un precio razonable y nos fuimos hasta su residencia, que se encuentra en un pueblito aledaño llamado Pessac.

Como me encontraba desvelado a morir, les dije que necesitaba un pequeño descanso de una hora u hora y media. Estuvo bien porque estábamos esperando a otra amiga mexicana que llegaría más o menos cuando yo despertara.

Cuando abrí los ojos ya me sentía mejor y fuimos a recoger a la amiga yucateca. Ese día estuvo genial: caminamos por la plaza más importante: la plaza de la Victoire, donde está la estatua de una tortuga cuya leyenda cuenta que avanza un centímetro por año. También recorrimos la orilla del río Garona mientras se hacían los preparativos de la fiesta del vino a lo largo de éste.

Ya en la noche fuimos a recoger a R. El llego de Rouen y lo recibimos en bicicletas. Regresamos a la residencia igualmente en bici y nos preparamos para hacer un picnic al día siguiente.

Fuimos al espejo de agua (plaza de la Bourse) y comimos ahí porque la brisa que levantaba dicho espejo refrescaba el calor que hacíaa. No fue fácil llegar ahí. Como es costumbre, hubo huelga de transporte para denunciar el retraso de la edad del retiro y tuvimos que caminar un buen tramo para llegar allá. Al final no nos importaba, eran nuestros últimos días y lo malo al final era bueno para todo nosotros.

Nadie se quejaba, bueno sí se quejaban pero omitiré esa parte. Al final a mí tampoco me importaban las quejas. Me sentía como alguien que, consciente de que el mundo que había vivido durante un año se iba a acabar, robaba todos los segundos y respiros del aire a su alrededor. Todo era vital, todo sería inolvidable. Dormir poco no era problema, y así hice.

Al día siguiente y luego de pasarla genial la noche anterior en la fiesta del vino (por sabido se calla) fuimos a la playa de Arcachon. Para mí fue genial esa experiencia, hasta me animé a construir un castillo de arena.

Al final pasó lo que tenía que pasar. El tiempo se agotó y tuve que despedirme con mucho pesar de mis amigos para entregar mi cuarto en Lille y luego irme a México.

Es una pena que lo que escribo no alcance a detallar toda la aventura y excelente vivencia que ahora forma parte de mis recuerdos. Espero que un día lejano, todavía exista este blog y al leer esta entrada regresen a mí todos los detalles y las caras de mis amigos con la misma claridad con que los veo al cerrar los ojos. Gracias mes amis.

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