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lunes, 1 de octubre de 2012

La cena de anoche

Ayer a eso de las 7 de la noche, me puse de acuerdo con mi colega hindú para cocinar la cena. Empezamos a cortar los vegetales y al cabo de 10 minutos, todo estaba listo para cocerse. De repente, sucede algo que nadie espera el domingo por la tarde: no hay electricidad en la cocina. Y aquí en Francia todos los blancos son eléctricos; es muy raro encontrarse con una estufa que funcione con gas. En pocas palabras, estábamos en tremendo problema para cenar.

¿Qué hacer? Lo más lógico: Ir a la recepción de la residencia y pedir que te ayuden. El tipo que estaba a cargo en ese momento, si bien no era el cara de perro que a duras penas te mira a los ojos cuando responde, era otro tipo que me respondió fríamente que él no podía hacer nada con respecto a la electricidad, que no tenía autorización. Bueno, en ese momento me sentí mitad de acuerdo y mitad no te creo. Pero al final no había mucho que hacer.

Justo en el momento en el que mi amigo y yo nos habíamos resignado a comer las verduras a forma de ensalada, una amiga alemana nos vio y nos preguntó qué había sucedido. Después de contarle la historia, la chava me dijo que ella iba a hablar con el tipo.

Después de 10 minutos, el tipo de la recepción llegó a la cocina, abrió una puerta con llave, y subió el switch principal (ignoro por qué no estaba encendido). Meine Freundin resolvió nuestra situación.

No podía sentirme más agradecido. Fue un detalle que realmente no esperaba. Cuando le di las gracias, ella modestamente y con una sonrisa me dijo: "Aquí en Francia hay que repetir las cosas muchas veces, a la primera no hacen caso."

En fin, mis amigos lectores, era una pequeña anécdota que merece ser contada porque no me lo esperaba y porque hizo mi día.

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